domingo, 9 de marzo de 2014

VIGENCIA DEL AT EN EL CRISTIANISMO: II. MATEO Y LUCAS.



Examinaremos con mayor brevedad estos dos evangelios, que, por lo demás, coinciden con Marcos. La misma relativización del A T que hace Marcos en la escena de la transfiguración se expresa en las versiones de Mateo y Lucas. En ambos evangelistas se encuentra la frase «y estaban conversando con él», referida a Moisés y Elías (Mt 17,3; Lc 9,30), aludiendo a las instrucciones que Moisés recibía de Dios en la Tienda del Encuentro. 

Además, en ambos evangelistas se encuentra un dicho que explicita el de la transfiguración: «Al Hijo lo conoce sólo el Padre, y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27; cf. Lc 10,22). Con esto indican que el verdadero conocimiento de Dios no se da en el AT  ni se adquiere por su estudio, sino únicamente por medio de Jesús. 

Por otra parte, muchos de los episodios analizados a propósito de Marcos se encuentran en Mateo y Lucas y transmiten el mismo mensaje: el leproso (Mt 8,2-4; Lc 5,12-16), el paralítico, con la mención de la «autoridad» del Hijo del hombre (Mt 9,6; Lc 5,24), la comida con recaudadores y pecadores (Mt 9,9-13; Lc 5,29-32); la mención del Esposo y de los odres viejos (Mt 9,14-17; Lc 5,33-39), la superioridad del Hombre (el Hijo del hombre) sobre el precepto (Mt 12,8; Lc 6,5), la hija de Jairo y la mujer con flujos (Mt 9,18-26; Lc 8,40-56), etcétera. Siendo más tardíos, Mateo y Lucas subrayan el universalismo del mensaje añadiendo episodios de explícita aceptación de los paganos, representados por el centurión y su siervo (Mt 8,5-13; Lc 7,1-10) o desarrollan la aceptación de los marginados de Israel por parte de Jesús (Lc 15,1-32). 

Ofrecen también estos evangelios datos que no se encuentran en Marcos. Así Mateo, aplicando a Jesús el nombre de Emmanuel, «Dios con nosotros» (1,23; cf. Is 7,14), lo pone ya desde el principio como modelo por el que se ha juzgar todo el pasado (cf. Jn 1,18). Además, uno de los sentidos teológicos de la concepción virginal de Jesús es precisamente que, por carecer de padre humano (Mt 1,16.20; Lc 1,30-35), Jesús no tiene a un hombre por modelo ni está condicionado por una tradición heredada (en la familia judía el padre era modelo del hijo y transmisor de la tradición), sino que su único modelo es Dios (“Hijo de Dios”) y sólo de él recibe el mensaje que ha de transmitir a los hombres. De ahí la superioridad de Jesús como Hijo de Dios sobre todos los personajes y profetas del pasado. 

Un punto interesante de Mateo es su visión del AT (la Ley y los Profetas) como una gran profecía del reino de Dios, que Jesús viene a cumplir. Tal es el sentido de Mt 5,17: «No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los profetas: no he venido a echar abajo, sino a dar cumplimiento». La Ley era en cierto modo profecía por el relato del  éxodo y el don de la tierra prometida, tipos de la liberación definitiva que había de realizar el Mesías (13). Enuncia el mismo principio en 11,13: «hasta Juan, los profetas todos y la Ley eran profecía» que encuentra su paralelo en Lc 16,16: «La Ley y los profetas llegaron hasta Juan; desde entonces se anuncia el reinado de Dios». 

La prohibición que hace Jesús de aplicar la ley del talión, «ojo por ojo y diente por diente» (Mt 5,38-42), muestra también el verdadero ser de Dios: el que prohíbe la venganza o la revancha entre los hombres no puede practicarla él mismo. Paralelamente el Dios que prescribe amar a los enemigos (Mt 5,44; Lc 6,27)no puede él mismo odiarlos ni tomar venganza de ellos. Con esto se elimina la concepción de un Dios iracundo y vengativo, que castiga a los que le son infieles, tan común en el AT (Gn 6-7, destrucción de la humanidad con el diluvio; 19,24-29, de Sodoma y Gomorra; Ex 32,27-29, exterminio de los que habían adorado el becerro de oro; Nm 12,5-10, castigo de María la hermana de Moisés; 14,26-30, muerte en el desierto; 16,28-35, castigo de Coraj Y sus compañeros, familiares y bienes; Lv 16,14-41 y Dt 28,15;68, las tremendas maldiciones en caso de infidelidad del pueblo; Ex 31,14-15; 35,2; Nm 15,32-36, la pena de muerte para los violadores del sábado; Lv 20,13 .15, para los reos de ciertos pecados sexuales, etcétera).  

Siguiendo esta línea, Mateo, cuyos adversarios son judíos, rectifica la presentación que hacen numerosos textos proféticos «del juicio de las naciones» o pueblos paganos, que se concebía como una venganza de Dios contra ellos, por haber oprimido a Israel (cf. Is 13-21; 23; 24,21-23; 26,20s; 30,27-33; 31,7-9; 34,1-17; Jr 25,30-38; 46,2-51,64; Ez 26-30; Jl 4,9-17; Am 1,3-2,6 Sof 3 8). En efecto, en la escena mal llamada del «juicio universal» (Mt 25,31-46), se trata del juicio de los hombres «de todas las naciones» (25,32), es decir, de los pueblos paganos que nunca han conocido a Jesús ni su mensaje. No habrá venganza contra los paganos, también ellos pueden obtener la vida definitiva; la norma moral a la que deben atenerse para obtenerla es la misma que para los judíos, el amor de obra al prójimo (25,35-36; cf. 19,16-19), aunque no expresado en los términos de la Ley judía. 

Por su parte, Lucas, como Marcos, distingue dos grupos en la comunidad de Jesús, aunque, al contrario que en Marcos, ambos están formados por «discípulos». Estos grupos están tipificados en «los Doce» (Lc 6,13), que representan a los de origen judío, y en «los Setenta» (10,1), que representan a los de origen no judío; este número alude a la totalidad de los pueblos, cuyo número era de setenta, según la tabla que se encuentra en el Génesis (Gn 10). De este modo insiste Lc en la universalidad del Reino y en la actitud de Jesús hacia los que no pertenecen a Israel. 

Por su controversia con judíos, Mateo cita con frecuencia textos proféticos, que aplica a la persona de Jesús o a las circunstancias que lo rodean (1,22; 2,15.17.22; 4,14; 8,17; 12,17; 13,35; 21,4; 26,54.56; 27,9). También Lucas utiliza el AT, en particular en los capítulos de la infancia (Lc 1-2). De hecho, además de otros casos, los cánticos que pone en boca de María (1,46-55) y de Zacarías (1,68-79) están plagados de alusiones a textos de la tradición de Israel, que se refieren a la liberación o a las promesas (cf. 1,51-54.69-73). 

Como en Marcos, el tema de la vigilancia o «estar despierto», resume en Mateo la actitud de entrega del cristiano, identificándose con Jesús (gregoréo, Mt 24,42.43; 25,13; 26,38.40.41). Lo mismo puede decirse de la eucaristía (26, 26-30). 

En resumen: Tanto Mateo como Lucas, que siguen a Marcos, hacen la misma lectura selectiva del A T: prolongan la línea del Dios de la vida, creador, liberador y Padre (Mt 6,9; Lc 11,2); afirman el carácter caduco de la Ley mosaica como código moral (Mateo opone a ella las bienaventuranza s) o norma de perfección (cf. Mt 5,48; L 6,36) y el fin de las instituciones religiosas; rechazan la Ley discriminatoria, afirmando el amor universal de Dios (Mt 8,2-; Lc 5,12-16); se oponen al nacionalismo exclusivista, proponiendo la universalidad del Reino (Mt 8,5-13; Lc 7,1-10).


13) Véase J. Mareos . F. Camacho, El Evangelio de Maleo, Madrid 1981, 59-61.

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