domingo, 23 de marzo de 2014

VIGENCIA DEL AT EN EL CRISTIANISMO. C. EN LOS ESCRITOS PAULINOS., Fin del Culto Antiguo.



El fin del culto antiguo, incapaz de procurar al hombre una verdadera relación con Dios, se expone en la carta a los Hebreos. El culto pretendía expresar el homenaje de los hombres a Dios y asegurar el contacto de Dios con los hombres, pero no obtenía ninguno de los dos fines. Aquel culto no agradaba a Dios (Heb 10,5-7, citando Sal 40,7-9), tampoco purificaba a los hombres de los pecados (Heb 10,1-4) ni conseguía transformarlos (7,19). Con la salvación que efectuó, Jesús abolió el culto antiguo (10,9) poniendo de manifiesto su ineficacia e inutilidad (7,18). El culto levítico era una «sombra» (8,5; 10,1), a la que sucede la realidad (10,1; cf. Col 2,17). Esta imagen subraya la imperfección del antiguo culto y su superación definitiva. 

No hace falta insistir. Los escritos paulinos, y lo mismo podría decirse del resto de las cartas y del Apocalipsis, reflejan, de modo más o menos explícito, la misma posición ante el Antiguo Testamento que se ha encontrado en los evangelios. 

A veces se dan juicios globales positivos sobre el valor didáctico o consolatorio del AT (cf. Rom 15,4: «Es un hecho que todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra»), que deben ser entendidos a la luz del uso que de él hace el autor a lo largo del escrito.

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